El tabaco: un hábito nocivo
Nadie puede servir a dos señores. Si el tabaco es el amo de ustedes, si han sometido todas sus fuerzas al control de un hábito nocivo, entonces este será su señor, y ustedes, sus esclavos. ¿Cómo podrán servir al tabaco y a Dios, soltando una humareda antes de acudir a la reunión de oración? Estarán tan confundidos que no sabrán ni qué pensar. ¿Por qué? Porque el estímulo del tabaco y el del Espíritu Santo de Dios jamás podrán combinarse para impartirle un significado espiritual a la reunión de oración. Es necesario que ustedes den un testimonio claro respecto a las verdades del cielo que Dios desea que ustedes den.SE1 228.2
«Ustedes son mis testigos”, dice Dios. Él desea que representemos a Cristo por precepto y por ejemplo en nuestro mundo. Cristo representó al Padre, y dejó en nuestras manos la obra de ayudar a los necesitados y a los afligidos, para que podamos participar de la bendición de aliviar las necesidades de la humanidad sufriente. Pero si la utilizamos desacertada e imprudentemente, el Señor dirá: «Siervo malo y negligente, ¿por qué no tomaste mi talento, por qué no lo diste a los banqueros? ¿Por qué no usaste mi don a fin de duplicarlo para mi servicio?». Dios desea que ganemos almas para él, ¿y entonces qué? Ustedes han de empezar a trabajar con el talento que Dios les ha prestado, y luego usar cada don disponible para la alabanza del cielo.SE1 228.3