36—Palabras a los alumnos
ME ALEGRA mucho ver a tantos de ustedes aquí esta mañana. ¿Acaso son conscientes de que la prosperidad de la escuela depende en gran medida de los esfuerzos de ustedes? ¿Tendrán presente que ustedes están aquí para contribuir con el éxito de la escuela? Sus profesores hallarán difícil su labor, al tratar de entender por sí mismos y de ayudarlos a ustedes a entender qué quiere decir la Palabra de Dios y qué abarcan sus requerimientos. ¿Decidirán no hacer más difícil la tarea de sus profesores por la terquedad de ustedes? Les ruego, como posesión adquirida de Cristo, que ayuden a sus profesores y compañeros, que tengan una relación tan estrecha con Dios para que en esta escuela los ángeles celestiales puedan entrar y morar. Todos tienen que reconocer qué pueden hacer para traer a la escuela la luz delSE1 291.1
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Discurso pronunciado en la inauguración de la Escuela San Fernando, 1 de octubre de 1902. Manuscrito 125, 1902. sol, claridad y dulzura. Todos tienen que manifestar esa conformidad con la voluntad de Dios que acarrea su rica bendición.
Alumnos, están aquí con el objetivo de prepararse para entrar en la escuela superior. Están aquí para obtener un conocimiento de Dios, para aprender a obedecer sus mandamientos. La obediencia es nuestra razón de ser en este mundo, y también lo será en el mundo futuro. Recuerden que el conocimiento de Dios y de Cristo es la suma de toda ciencia. Dios nos enseña a estimar todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, nuestro Señor. Conocer a Dios y a Cristo, esta es la vida eterna. Este conocimiento, incorporado a la vida, nos prepara para el cielo. Todo otro conocimiento, por grande o profundo que sea, no tiene valor delante de Dios.SE1 292.1
Ustedes han sido comprados por precio, ¡y a qué precio! ¿Quién puede medir la cuerda que se lanzó del cielo para salvar a los súbditos del pecado? ¿Quién puede entender un amor que es tan inmenso como la eternidad? Consideren el sacrificio que Cristo hizo por ustedes. Descendió de su exaltada posición y vino a este mundo con los tesoros del cielo, a fin de que cada ser humano pudiera obtener el poder para alcanzar la norma establecida en la ley de Dios. Revistiendo su divinidad con humanidad, Cristo vino para estar al frente de la raza humana, para vivir una vida perfecta en nuestro favor, para saber cómo ayudarnos en nuestro conflicto con el pecado. Los seres humanos podemos alcanzar el alto ideal que ha sido colocado ante nosotros mediante el sacrificio de Cristo, y al fin escucharemos las palabras: «Ustedes están completos en él, no teniendo su propia justicia, sino la justicia que él les preparó. La imperfección de ustedes no se ve más, pues están revestidos con el manto de la perfección de Cristo”.SE1 292.2
Después de su bautismo, Cristo se arrodilló a orillas del Jordán y oró a su Padre, y mientras oraba, se abrió el cielo y la gloria de Dios, como una paloma de oro refulgente, descendió sobre él, mientras que del cielo se oyó la voz: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mat. 3: 17). La oración de Cristo se ofreció por nosotros, y se abre paso a través de todas las sombras que Satanás interpone entre nosotros y Dios. El Salvador se aferró, en favor nuestro, del poder de la Omnipotencia, y cuando oramos a Dios podemos saber que la oración de Cristo ha ascendido antes, y que Dios la ha escuchado y la ha contestado. A pesar de nuestros pecados y de nuestras debilidades, no somos desechados como indignos. «Nos hizo aceptos en el Amado” (Efe. 1: 6). La gloria que descansó sobre Cristo es una promesa del amor de Dios para nosotros. Habla del poder de la oración, de cómo la voz humana puede llegar al oído de Dios, y de cómo nuestras peticiones pueden ser aceptadas en los atrios celestiales. La luz que descendió desde los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, descenderá sobre nosotros cuando oremos pidiendo ayuda para resistir la tentación. La voz que habló a Jesús dice a cada alma creyente: «Este es mi amado hijo, en quien tengo complacencia».SE1 292.3
Recuerden la experiencia de Daniel. Recibió sabiduría y entendimiento porque mantuvo una relación correcta con Dios. El Señor tiene inteligencia para a ustedes, así como la tuvo para Daniel. Dios les tiene un conocimiento que está muy por encima de todo conocimiento humano. Si ustedes se mantienen firmes como Daniel, obtendrán una educación progresiva y una educación progresiva implica la santificación progresiva. Esta educación los preparará para heredar el reino que ha sido preparado para los fieles de Dios desde la fundación del mundo. A medida que se esfuercen por conocer a Dios, él se comunicará con ustedes como lo hizo con Daniel y sus compañeros, y les dará un poder que prevalecerá.SE1 293.1
Sus profesores harán todo lo posible para ayudarlos. Intentarán mostrarles qué deben hacer para heredar la vida eterna. Procurarán manifestarles cómo familiarizarse con los principios vivientes de la verdad a fin de que puedan presentarse delante de Dios y de los hombres en posición ventajosa. ¿Quieren colaborar con sus maestros? ¿Se esforzarán seriamente para llegar a ser hombres y mujeres de bien? Cristo espera para ayudarlos, él es el Todopoderoso Ayudador. Cuando Dios lo concedió a nuestro mundo, entregó todo el cielo. Puso en sus manos todos los poderes, todos los recursos del cielo, para darlos a quienes lo reciban. Cristo vino a este mundo para darnos un ejemplo de lo que podemos llegar a ser, vino a mostrarnos que podemos vivir una vida perfecta. Nos dice: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28: 20).SE1 293.2
¿Para qué están aquí? ¿Es con el objetivo de adquirir una educación que los ayudará a estar al lado de Cristo en un servicio desinteresado? Esta es la más elevada educación que les será posible obtener. La Palabra de Dios declara: «Somos colaboradores de Dios» (1 Cor. 3: 9). «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Fil. 2: 12, 13). Mientras se mantengan firmes para Dios, llenos de valor y perseverancia, revelando constantemente la abnegación, los ángeles del cielo vendrán a esta escuela. Ellos los cuidarán. Su salud será importante ante Dios, porque ustedes guardan sus mandamientos.SE1 293.3
No permitan que el egoísmo se mezcle con sus tareas. Recuerden la lección que Cristo dio a sus discípulos cuando se disputaban cuál de ellos debía ser el mayor. Colocando un niño en medio de ellos, dijo: «Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos» (Mat. 18: 3, 4).SE1 294.1
Durante su estadía en la escuela, no dediquen tiempo a aprender cosas que les serán de poca utilidad en su vida futura. En lugar de tratar de aprender idiomas extranjeros, esfuércense primeramente en hablar correctamente su propio idioma. Asegúrense de aprender [contabilidad]. Obtengan un conocimiento de los ramos de estudio que les ayudarán a ser útiles dondequiera que se encuentren.SE1 294.2
Recuerden constantemente la necesidad de estar unidos a Cristo. Ligados a él, traerán a su trabajo el aroma de su carácter; y sus vidas bien ordenadas serán una bendición para sus profesores y sus compañeros. La presencia santificadora de Dios estará con ustedes mientras buscan hacer la voluntad de Dios con el deseo sincero de glorificarlo.SE1 294.3
Entre ustedes, hay algunos que han venido aquí a prepararse para ser misioneros. ¡Que el Señor los ayude y bendiga sus esfuerzos! El número de nuestros misioneros no es siquiera la mitad de lo que debería ser. Los campos están blancos, listos para la siega; pero los obreros son pocos. Dios está esperando para dotarlos de poder de lo alto a fin de que ustedes puedan salir a trabajar para él.SE1 294.4
Tendrán muchas oportunidades de ayudarse mutuamente. No todos son capaces de captar las ideas con presteza. Si ven que a un condiscípulo le resulta difícil entender sus lecciones, explíquenselas. Sean pacientes y perseverantes, y con el tiempo la indecisión e incapacidad de este desaparecerán. Será reconfortado y fortalecido para soportar la prueba. En el esfuerzo por ayudar a los demás, también ustedes serán bendecidos. Dios les dará el poder para avanzar en sus estudios. Cooperará con ustedes en sus esfuerzos por ayudar a sus condiscípulos, y serán pronunciadas en el cielo las palabras: «Bien, buen siervo y fiel».SE1 294.5
Reúnanse dos o tres alumnos, y pídanle a Dios que los ayude a ser misioneros en esta escuela, a ser una bendición y una ayuda para sus compañeros. La vida de ustedes ejercerá una poderosa influencia para el bien de aquellos que se burlan de la religión.SE1 294.6
Que nuestra fe sea pura, fuerte y firme. Traigan a la escuela toda la amabilidad que les sea posible. Que la gratitud hacia Dios llene sus corazones. Recuerden las palabras: «El que ofrece sacrificios de alabanza honrará Dios» (Sal. 50: 23). Al levantarse por la mañana, arrodíllense junto a su lecho y pidan a Dios que los fortalezca para cumplir los deberes del día y hacer frente a las tentaciones. Pídanle que los ayude a poner en su trabajo la dulzura del carácter de Cristo. Pídanle que los ayude a pronunciar palabras que atraerán a quienes los rodean a estar más cerca de Cristo.SE1 295.1
Vivan en este mundo con algún propósito. Si desperdician la vida que Dios les ha dado, cuando venga para llevar a sus hijos a su hogar celestial, no tendrán lugar en las mansiones que Cristo está preparando para los que le aman.SE1 295.2
Dios desea que reciban la sabiduría que él tiene reservada para ustedes. Desea que sean estudiantes y creyentes en la Biblia, que vivan en obediencia a las palabras: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Luc. 10: 27). Entonces él podrá impartirles el poder de su verdad. Podrá moldearlos y formarlos a la semejanza divina. Al vivir conforme a la voluntad de Cristo, ustedes serán transformados a su semejanza. Crecerán en él, y al fin las perlinas puertas de la santa ciudad girarán en sus resplandecientes goznes, y ustedes entrarán para escuchar las palabras: «Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y poder entrar por las puertas en la ciudad» (Ap. 22: 14, RVA). En sus manos se colocará un arpa de oro y tocando sus cuerdas, ustedes se unirán a la hueste redimida para llenar todo el cielo con cánticos de alabanzas a Dios y a su Hijo.SE1 295.3
Alumnos, den lo mejor de ustedes. Eso es todo lo que Dios les pide. El que ha dado su vida por ustedes los ayudará en sus esfuerzos para alcanzar la vida eterna. Dios quiere que tengan un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Obedezcan a Dios y su salvación se manifestará en esta escuela. Quiero encontrarme con todos ustedes alrededor del trono de Dios. Aprendan aquí las lecciones que Dios quiere enseñarles, y se unirán en el canto triunfal en los atrios celestiales.SE1 295.4