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Sermones Escogidos Tomo 1

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    Ocupados en asuntos baladíes

    A veces podríamos estar atareados por servir como Marta, pero ¡cuánto más loable fue el acto de María, que se sentó y escuchó las enseñanzas de Jesús! Él dijo: «Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas [...]. Pero María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Luc. 10: 41, 42).SE1 16.2

    ¡Cuántas veces los asuntos de este mundo vano y engañoso se interponen entre nosotros y nuestros intereses eternos! Los intereses temporales surgen de repente dentro de nuestros corazones y ahogan aquello que es espiritual. Permitimos que el enemigo de la justicia nos persuada a prestar absoluta atención a las cosas de esta vida. De vez en cuando descuidamos deberes más importantes por miedo a padecer necesidad. Hemos de rogar fielmente a Dios que nos dé fuerzas para que podamos cumplir los deberes temporales y al mismo tiempo que nos dé la gracia y la sabiduría para vencer el mal. Si tenemos nuestras esperanzas puestas en lo alto y nuestros intereses en el cielo, a donde contemplamos al Hijo del hombre que ha convidado a las bodas a todos los que quieran venir, que ha subido a lo alto a preparar mansiones para todos aquellos que aman y guardan sus palabras, y nos ha dicho que él acude a recibirnos, podremos entrar a la fiesta de bodas con él, para que donde él esté también nosotros estemos. Si nos apartamos de esos llamamientos e invitaciones, ¿cuál será la consecuencia?SE1 16.3

    En Hechos 13: 46 se nos dice que si desechamos la obra de Dios, y nos consideremos indignos de la vida eterna, no tenemos ninguna razón para esperar la entrada en el reino. Lucas 14: 24 nos informa que «ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena».SE1 16.4

    El gran Padre eterno ha preparado una fiesta de bodas a su Hijo. ¿Prestaremos atención a sus siervos que han sido y están siendo enviados a hacernos la solemne invitación? ¿O no le haremos caso? ¡Oh!, ¿por qué rehusar prepararnos para las bodas del hijo de Dios? Hay lugar para todo aquel que acepte la invitación. Nadie puede decir que esas cosas no fueron debidamente descritas. Recuerden, cuando el buen hombre regrese, aquellos que estén preparados entrarán a la fiesta, y la puerta se cerrará y no habrá más acceso, pues leemos que cuando «el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta» (Luc. 13: 25), entonces los que quisieran entrar oirán la respuesta: «No sé de dónde sois [...]; apartaos de mí”.SE1 17.1

    Ojalá que escuchemos la solemne advertencia y nos preparemos para entrar a las bodas, para que su casa se pueda llenar. La Palabra de Dios dice: «Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y poder entrar por las puertas en la ciudad» (Apoc. 22: 14, RVA). Ojalá que seamos hallados fieles, que seamos diligentes en nuestra vocación y que nos aferremos a la promesa hecha a los fieles, esa es mi oración.SE1 17.2

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