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Mensajera del Señor

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    Lo que sea mejor

    El principio de qué es lo mejor bajo cualquier circunstancia, no meramente qué es lo bueno, debiera ser el punto de referencia del cristiano. Demasiado a menudo, lo bueno es enemigo de lo mejor.MDS 96.8

    Los consejos de Elena de White también han sido beneficiosos para millones en otras áreas de la vida sana. ¿Por qué? A causa de su principio del sentido común; por ejemplo, en el área de las combinaciones de alimentos 23“En el uso de los alimentos debiéramos ejercer buen juicio y sentido sano. Cuando encontramos que algo no nos sienta bien, no necesitamos escribir cartas con preguntas [a Elena de White] para descubrir la causa de la molestia. Debemos usar la razón. Cambiar la dieta; usar menos de algunos de los alimentos; probar otros modos de prepararlos. Pronto sabremos el efecto que ciertas combinaciones tienen sobre nosotros. No somos máquinas; somos seres humanos inteligentes, y hemos de ejercitar nuestro sentido común. Podemos experimentar con diferentes combinaciones de alimentos”.— The Kress Collection, p. 144. o al recomendar las mismas prácticas de salud para todos. 24“En la reforma alimenticia hay verdadero sentido común. El asunto debe ser estudiado con amplitud y profundidad, y nadie debe criticar a los demás porque sus prácticas no armonicen del todo con las propias. Es imposible prescribir una regla invariable para regular los hábitos de cada cual, y nadie debe erigirse en juez de los demás. No todos pueden comer lo mismo. Ciertos alimentos que son apetitosos y saludables para una persona, bien pueden ser desabridos, y aun nocivos, para otra. Algunos no pueden tomar leche, mientras que a otros les asienta bien. Algunos no pueden digerir guisantes ni judías; otros los encuentran saludables. Para algunos las preparaciones de cereales poco refinados son un buen alimento, mientras que otros no las pueden comer”.— El ministerio de curación, p. 246.
    “No hagamos de la reforma de la salud un armazón de hierro, cortando a las personas o estirándolas para que encajen en él. Una persona no puede ser la norma para todas las demás. Lo que queremos es un poco de buen sentido común. No seamos extremistas. Si usted va a equivocarse, sería mejor hacerlo del lado de las personas antes que del lado en el que no se las puede alcanzar. No sea excéntrico por el hecho de ser excéntrico. Afuera con las tortas. Las personas pueden matarse con los dulces. Se les hace más daño a los niños con los dulces que con cualquier otra cosa”.— Sermons and Talks, t. 1, p. 12.
    Más allá de lo que creía la mayoría de las personas de su tiempo, ella vio la estrecha relación entre la vitalidad, la buena salud en términos generales, y el ejercicio. ¡No sólo el ejercicio sino el tener la correcta actitud cuando uno hace ejercicio! Todo era un asunto de sentido común. 25“El mundo está lleno de mujeres con poca vitalidad y menos sentido común. La sociedad necesita grandemente mujeres jóvenes, sensibles, que no teman trabajar y ensuciarse las manos. Dios les dio manos para emplearlas en el trabajo útil. Dios no nos dio la maravillosa maquinaria del cuerpo humano para paralizamos por la inacción. La maquinaria viviente que Dios diseñó debiera estar diariamente en actividad, y en esta actividad o movimiento de la maquinaria reside su poder preservador. El trabajo manual activa la circulación de la sangre. Cuanto más activa sea la circulación más libre estará la sangre de obstrucciones e impurezas. La sangre nutre el cuerpo. La salud del cuerpo depende de la circulación saludable de la sangre. Si el trabajo se lo realiza sin entusiasmo, es una labor monótona, y no se obtiene el beneficio que debiera derivarse del ejercicio”.— Signs of the Times, 29 de abril de 1885.
    MDS 96.9

    Al realizar trabajo público, especialmente en nuestras instituciones de salud, Elena de White amonestó: “Obrad de tal modo que los pacientes vean que los adventistas son un pueblo con sentido común”. 26El evangelismo, p. 393.MDS 96.10

    Además de eso, los obreros ministeriales y médicos no deben crear la impresión, como algunos grupos cristianos lo estaban haciendo, de que los enfermos podrían ser sanados sólo mediante la oración. Nuevamente Elena de White apeló al sentido común. 27“No permitamos que prevalezca la idea de que el Retiro de Salud es un lugar donde los enfermos se sanan por la oración de fe. Hay casos cuando se hará esto, y necesitamos tener fe en Dios constantemente. Que nadie piense que aquellos que han abusado de sí mismos y no se han cuidado inteligentemente pueden venir al Retiro de Salud y ser sanados por la oración de fe, porque esto es presunción. Veo tan poca sabiduría, tan poco sentido común puesto en práctica por algunos de nuestros hermanos, que mi corazón está enfermo, dolorido y angustiado. No tienen ideas sensatas ni honran a Dios. Necesitan un toque divino. Si alguna vez prevaleciese la idea de que los enfermos pueden venir al Instituto para ser curados por la oración de fe, usted tendrá tal estado de cosas que no puede ni siquiera imaginar ahora, aunque se lo explicara con el mejor idioma que pudiese emplear”.— MR, t, 7, p. 370 (1886).MDS 96.11

    Parecía que en cada área ella tenía consejos basados en el sentido común. Algunos pastores estaban cayendo víctimas de la moda de elocución que prevalecía entonces, a saber, de predicar en un tono de voz afectado, lejos de un estilo conversacional que reflejaría mejor el ejercicio de un razonamiento sereno. Ella exhortó a los ministros a estudiar la “manera más sabia” de usar sus órganos vocales “mediante el ejercicio de un poco de sentido común”. 28“Vi que nuestros ministros se estaban perjudicando grandemente por el uso descuidado de sus órganos vocales. Se les llamó la atención a este importante asunto, y por el Espíritu de Dios se les dieron advertencias e instrucciones. Era su deber conocer la manera más sabia de usar estos órganos. La voz, este don del cielo, es una facultad poderosa para el bien, y si no es pervertida, glorificará a Dios. Lo esencial era estudiar y seguir concienzudamente unas pocas reglas sencillas. Pero en vez de educarse a sí mismo, como podrían haber hecho mediante el ejercicio de un poco de sentido común, emplearon a un profesor de elocución”.— Testimonies for the Church, t. 4, p. 604. Ver también Medical Ministry, pp. 264-265.MDS 97.1

    Elena de White estaba preocupada por la manera como la juventud era educada para el mundo real. Nadie parecía ser más optimista que ella respecto a las posibilidades que se les abren a los jóvenes diligentes y aplicados. Al mismo tiempo, estaba afligida por aquellos que “son seres sencillamente inútiles, pues sirven solamente para respirar, comer, lucir vestidos y hablar sandeces... Pero... [pocos] jóvenes manifiestan juicio sano y buen sentido común. Llevan una vida de mariposas, sin propósito especial”. 29Joyas de los testimonios, t. 1, p. 144.MDS 97.2

    Ella escribió con frecuencia indicando que el aprendizaje manual como una preparación práctica para la vida debe ser parte de la educación cristiana. Tal aprendizaje haría que una persona que se estuviese preparando para una profesión científica y académica fuese aun más idónea para sus deberes: “La educación que deriva mayormente de los libros, induce a pensar superficialmente. El trabajo práctico estimula la observación detallada y la independencia de pensamiento. Debidamente hecho, tiende a desarrollar esa sabiduría práctica que llamamos sentido común”. 30La educación, p. 216.MDS 97.3

    Después de ver los servicios de adoración en algunas iglesias, la Sra. White hizo la siguiente observación: “En ciertas ocasiones es más difícil disciplinar a los que cantan y conseguir que lo hagan en forma adecuada, que mejorar los hábitos de oración y exhortación. Muchos quieren hacer las cosas de acuerdo con su propio método; se oponen a las consultas y se impacientan cuando otros los dirigen. Se requieren planes bien maduros en el servicio de Dios. El sentido común es algo excelente en el culto que se rinde al Señor”. 31El evangelismo, p. 368.MDS 97.4

    Este principio del sentido común debiera aplicarse a todas las áreas de la vida cristiana, como ser en el tipo de ropa que uno usa. 32“Los cristianos no debieran afanarse por vestirse de manera diferente del mundo a tal punto que por el espectáculo que presentan llamen la atención de los demás. Pero si al seguir su convicción del deber en cuanto a vestirse modesta y saludablemente se encuentran fuera de la moda, no debieran cambiar su vestimenta a fin de ser como el mundo; pero sí debieran manifestar una noble independencia y valor moral para ser correctos, aunque todo el mundo difiera de ellos. Si el mundo introduce una moda de vestir que es modesta, conveniente y saludable, que está de acuerdo con la Biblia, el adoptar dicho estilo de vestir no cambiará nuestra relación con Dios o con el mundo. Los cristianos debieran seguir a Cristo y hacer que su vestimenta se conforme a la Palabra de Dios. Debieran evitar los extremos. Debieran procurar humildemente una línea de conducta recta, sin tener en cuenta el aplauso o la censura, y debieran aferrarse a lo correcto en virtud de sus propios méritos”.— Testimonies, t. 1, pp. 458459 (1864).MDS 97.5

    De vez en cuando había gente que ejercía presión para convertir la cuestión de la vestimenta en una controversia en la iglesia. Aquí nuevamente Elena de White usó sentido común y dio consejos prácticos: “La cuestión del vestido no debe ser nuestra verdad presente... Siga las costumbres [prevalecientes] en la vestimenta en tanto estén de acuerdo con los principios de la salud. Vístanse nuestras hermanas con sencillez, así como muchas lo hacen, teniendo vestidos de buen material, durables, modestos, adecuados a su edad, y que el problema del vestido no ocupe la mente”. 33Id., p. 333. Para ver el Manuscrito 167, 1897, en su totalidad, donde Elena de White enunció principios orientadores sobre la reforma de la vestimenta, ver el apéndice en D. E. Robinson, The Story of Our Health Message (Nashville: Southern Publishing Association, 1965, tercera edición), pp. 441-445.MDS 97.6

    Estando en Oslo, Noruega, en 1885, Elena de White aconsejó a unos 120 adventistas nuevos, algunos de los cuales necesitaban orientación en cuanto a niños que asistían a escuelas públicas en sábado, y realizaban transacciones comerciales en sábado. Algunos, sin embargo, “concedían una importancia exagerada a la cuestión del vestido, criticaban los trajes que otros llevaban, y condenaban prontamente a todos los que no se conformaban con exactitud a sus ideas. Unos pocos condenaban los retratos y sostenían que estaban prohibidos por el segundo mandamiento, y que debería destruirse todo lo que fuera de esa clase”. 34Mensajes selectos, t. 2, p. 368.MDS 97.7

    ¿Qué problema vio ella? Temía que los “incrédulos” recogiesen la impresión de que los adventistas “constituían un conjunto de extremistas y fanáticos, y que su fe peculiar los tomaba poco amables, descorteses y de un carácter no cristiano”. Dijo además que “un fanático causará mucho daño con su espíritu fuerte y sus ideas radicales cuando se dedique a oprimir la conciencia de los que desean obrar correctamente”. 35Id., pp. 368-369. Con el transcurso del tiempo tuvo la satisfacción de ver que prevaleció el sentido común.MDS 97.8

    En sus sermones y en muchas cartas a jóvenes a quienes conocía bien, la Sra. White recalcó la necesidad de sentido común en la elección de un compañero o compañera para la vida. 36“Los jóvenes confían demasiado en los impulsos. No deberían entregarse demasiado presto ni dejarse cautivar tan pronto por el exterior atrayente del objeto de su afecto... Si en algo se necesita el buen sentido es en esto, pero el hecho es que éste tiene poco que ver en el asunto”.— Mensajes para los jóvenes, pp. 447-448. Ver Review and Herald, 26 de enero, 1886.MDS 97.9

    Sus consejos abarcantes incluían orienta ción directa y cándida a miembros de iglesia que estaban casados. Ella señaló que las tensiones del hogar eran causadas a menudo por irresponsabilidad conyugal y por falta de sentido común. 37Al extender una apelación a una esposa egocéntrica, Elena de White escribió: “¿Piensa usted que no se chasqueará su esposo cuando descubra lo que Dios me ha mostrado que usted es? ¿Se casó usted con la expectativa de que no llevaría cargas, no compartiría perplejidades, no ejercitaría abnegación? ¿Pensaba su esposo que usted se sentiría sin ninguna obligación de controlar el yo, de ser alegre, amable y paciente, y de ejercer el sentido común?”— MR, t.16, p. 310.MDS 97.10

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