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Mensajera del Señor

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    Aclarando la verdad bíblica

    Elena de White nunca pretendió que sus escritos fuesen para invalidar la Biblia. 7El conflicto de los siglos, p. 9. Ella veía como su “primer deber” el “presentar los principios bíblicos” y que si no había “una reforma decidida y concienzuda” ella debería “exhortarlos personalmente”. 8Mensajes selectos, t. 3, p. 32 (originalmente en Carta 69, 1896). En realidad, sus Testimonios no habrían sido necesarios “si os hubieseis dedicado a estudiar la Palabra de Dios, con un deseo de alcanzar la norma de la Biblia y la perfección cristiana”. 9Joyas de los testimonios, t. 2, p. 280. Ver Mensajes selectos, t. 3, pp. 31-36.MDS 170.6

    Además de eso, nunca pretendió tener infalibilidad y siempre subrayó que “sólo Dios es infalible”. 10Mensajes selectos, t. 1, p. 42 (originalmente en Carta 10, 1895). Ver p. 376.Ella fue siempre receptiva hacia el descubrimiento de la verdad. Para ella, la verdad progresiva no contradeciría verdades reveladas previamente sino que la expanderían. 11“Las verdades de la redención son susceptibles de constante desarrollo y expansión. Aunque viejas, son siempre nuevas, y revelan constantemente una gloria mayor y un poder más grande al que busca la verdad. En cada época hay un nuevo desarrollo de la verdad, un mensaje de Dios al pueblo de esa generación. Las viejas verdades son todas esenciales; la nueva verdad no es independiente de la vieja, sino un desarrollo de ella. Es únicamente comprendiendo las viejas verdades como podemos entender las nuevas... Aquel que rechaza o descuida lo nuevo no posee realmente lo viejo” .— Palabras de vida del gran Maestro, p. 98.MDS 170.7

    El corregir errores contemporáneos en el pensamiento cristiano llegó a ser una parte esencial de la exposición de los principios bíblicos. Elena de White diría: “[Esto me ha sido dado] para corregir errores sutiles y para especificar lo que es la verdad”. 12Mensajes selectos, t. 3, p. 34 (originalmente en Carta 117, 1910). “Dios ha prometido dar visiones en los ‘postreros días’, no para tener una nueva norma de fe, sino... para corregir a los que se apartan de la verdad bíblica”.— Id., t. 3, p. 31. “Además de la instrucción de su Palabra, el Señor ha dado testimonios especiales a su pueblo, no como una nueva revelación, sino que él desea presentar delante de nosotros las lecciones claras de su Palabra para que puedan corregirse errores, para que pueda señalarse el camino correcto, para que cada alma esté sin excusa”.—Id., t. 3, pp. 33-34 (originalmente en Carta 63,1893). Ver también Primeros escritos, p. 78; Review and Herald, 5 de agosto, 1893.MDS 171.1

    En su interés primario de que la Biblia fuese vista como la única regla de fe y práctica del cristiano, se sintió impulsada a enfatizar que, en algunos casos, lo que por siglos se había entendido como la “verdad bíblica” podría ser meramente “gérmenes que circulan” y la “hojarasca del error”. 13“El error no podría permanecer solo; pronto se extinguiría si no se aferrara como un parásito del árbol de la verdad. El error extrae su vida de la verdad de Dios. Las tradiciones de los hombres, como gérmenes que circulan, se aferran de la verdad de Dios, y los hombres las consideran como una parte de la verdad... A medida que las tradiciones se transmiten de un siglo a otro, adquieren poder sobre la mente humana. Pero la antigüedad no convierte el error en verdad”.— CBASD, t. 5, p. 1070 (originalmente en Carta 43, 1895).MDS 171.2

    Además de corregir esos gérmenes teológicos “circulantes” que perneaban el cristianismo convencional en el siglo XIX, se le mostró que algunas verdades cristianas básicas habían permanecido latentes desde el siglo I. Estas verdades debían recuperarse y ser colocadas dentro del marco mayor del “Evangelio eterno” que tenía que predicarse en su plenitud al fin del tiempo. 14“Grandes verdades que han yacido sin ser oídas ni vistas desde los días de Pentecostés han de brillar de la Palabra de Dios en su pureza original. A aquellos que verdaderamente aman a Dios, el Espíritu Santo les revelará verdades que se han desvanecido de la mente y también les revelará verdades que son enteramente nuevas”.— Review and Herald, 17 de agosto, 1897.
    “A medida que se acerca el fin, los testimonios de los siervos de Dios se harán más decididos y más poderosos, arrojando la luz de la verdad sobre los sistemas de error y opresión que por tanto tiempo han tenido la supremacía. El Señor ha enviado sus mensajes para este tiempo, para establecer el cristianismo sobre una base eterna, y todos los que creen la verdad presente deben estar firmes, no en su propia sabiduría, sino en Dios, y levantar los fundamentos de muchas generaciones”.— Mensajes selectos, t. 3, p. 464 (originalmente en Carta lf, 1890).
    “Gemas de pensamiento tienen que recogerse y redimirse de su unión con el error; porque el Autor de la verdad ha sido deshonrado al ser colocadas equivocadamente en asociación con el error. Deben buscarse cuidadosamente las preciosas gemas de la justicia de Cristo, las verdades de origen divino, y colocárselas en su marco apropiado para que resplandezcan con brillo celestial en medio de la oscuridad moral del mundo. Que las brillantes joyas de la verdad que Dios dio al hombre para adornar y exaltar su nombre, sean rescatadas cuidadosamente de la escoria del error, de donde los transgresores de la ley las han reclamado, y han servido al propósito del gran engañador a causa de su conexión con el error. Que las gemas de la luz divina sean reubicadas en el marco del Evangelio”.—Review and Herald, 23 de octubre, 1894, p. 1.
    “Si nos esforzamos al máximo para presentar la verdad en su carácter controversial, oponiéndonos a las opiniones e ideas de otros, será mal interpretada, mal aplicada y mal expuesta a aquellos que están abrigando el error, a fin de hacerla aparecer bajo una luz objetable. Hay pocos a quienes usted lleva la verdad que no han estado bebiendo el vino de Babilonia. Es difícil para ellos comprender la verdad, de ahí la necesidad de enseñarla tal como es en Jesús”.—Id, 3 de junio, 1890, p. 338.
    MDS 171.3

    Debido al hecho de percibirse a sí misma como la mensajera de Dios con la misión de ayudar a aclarar la verdad bíblica, Elena de White y sus contemporáneos entendieron que el consejo de ella se hallaba en un nivel más elevado que el de otros estudiantes de la Biblia. Su participación en la formación de la doctrina de los adventistas del séptimo día fue percibida como normativa.MDS 171.4