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Mensajera del Señor

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    Consagración al deber

    Muchas virtudes nobles caracterizaron la vida notable de Elena de White, pero pareciera que la consagración al deber se destacó entre todas las demás. Doquiera que observamos en su larga vida, la consagración a su asignación divina ocupó la máxima prioridad.MDS 83.6

    El 10 de febrero de 1850, con tan sólo 22 años y un hijito pequeño, escribió esta carta: “Tendríamos que haberte escrito antes, pero no tenemos un lugar fijo donde estar; con la criatura de un lugar a otro, hemos viajado bajo la lluvia, la nieve y el viento. No pude encontrar tiempo para contestar ninguna carta, y a Jaime le consumió todo su tiempo el escribir para la revista y sacar el himnario. No tenemos muchos momentos de ocio”. 21 Carta 4, 1850, MR, t. l.p. 31.MDS 83.7

    Hallándose en Battle Creek en 1865, Elena de White sentía la indiferencia aun de sus amigos. Ser una fiel mensajera de Dios es siempre algo difícil, pero vivir cerca de aquellos que recibían los testimonios personales hacía aún más difícil la vida. Dios le había dado una visión especial de la vid languideciente que recibió un sostén especial; esto representaba la fortaleza que debía esperar de Dios mientras continuaba cumpliendo con su deber: “Desde ese momento me sentí segura en cuanto a mi deber y más libre que nunca para llevar mi testimonio a la gente”. 22 Para ver el trasfondo de esta experiencia y cómo Elena de White se relacionó con su deber especifico de entregar mensajes divinos, ver Testimonies, t. 1, pp. 583-585.MDS 83.8

    ¿Cómo entendía ella su deber? En 1873 Jaime White estaba sufriendo las consecuencias de varios derrames cerebrales, cuando la obra en Battle Creek requería su estable visión administrativa. Su esposa Elena, sabiendo que era necesario tomar decisiones inmediatas, llamó a los obreros principales para orar juntos. En su entrada del 5 de julio en su diario, ella escribió: “La salud de mi esposo empeoró. Tuvimos una sesión de oración en nuestra habitación. Llamamos a los hermanos y pasamos otro período en oración para comprender más claramente cuál era nuestro deber. Sentí que era mi deber ir al campestre de Iowa. Tuvimos dos sesiones de oración. Finalmente decidimos continuar [viaje] en el tren de la mañana”.MDS 84.1

    En el campestre de Iowa, que estaba cerca de su hogar de retiro en Washington, Iowa, Jaime habló cuatro veces y Elena, cinco. Ambos se sentían renovados, pero a la vez más agotados. Les esperaban las reuniones de cuatro campestres en el lejano oeste. ¿Qué hacer ahora?MDS 84.2

    Salieron al huerto y oraron. Al relatar esta experiencia, la Sra. White continuó: “Nos sentimos muy ansiosos de saber cuál es nuestro deber. No queremos dar ningún paso equivocado. Necesitamos juicio santificado y sabiduría celestial para avanzar bajo el consejo de Dios. Clamamos a Dios por luz y gracia. Debemos tener la ayuda de Dios o pereceremos. Nuestro ferviente clamor es por la dirección del Espíritu Santo de Dios. No nos aventuramos a avanzar en ninguna dirección sin una luz clara”. 23Bio., t. 2, pp. 383-384.MDS 84.3

    En South Lancaster, Massachusetts, en 1889, era necesario considerar temas de inmensa importancia, especialmente para comprender cómo los hombres y las mujeres llegan a ser justos y permanecen justos delante de Dios. En un informe a la Review and Herald, ella escribió: “Todos tienen el privilegio de decir: ‘Cumpliré las órdenes de mi Capitán al pie de la letra, con sentimiento o sin sentimiento. No aguardaré una sensación feliz o un impulso misterioso’. Diré: ‘¿Cuáles son mis órdenes? ¿Cuál es la línea de mi deber? ¿Qué me dice el Maestro? ¿Está abierta la línea de comunicación entre Dios y mi alma? ¿Cuál es mi posición ante Dios?’ Tan pronto como nos encontremos en una correcta relación con Dios, comprenderemos nuestro deber y lo haremos: y no pensaremos que las cosas buenas que hacemos nos dan el derecho a la salvación”. 24Id., t. 3, pp. 425-426.MDS 84.4

    En la mayoría de las situaciones los profetas aprenden su deber así como debe hacerlo cualquier otro hijo de Dios. Aun Jesús aprendió su deber cuando hubo ofrecido “ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente” (Heb. 5:7).MDS 84.5

    Con frecuencia las decisiones que se toman en cumplimiento del deber son sancionadas de manera convincente. En el húmedo calor do julio de 1881, en Battle Creek, Ele na de White sentía la necesidad de pasar algún tiempo en Colorado donde podría escribir en mejores condiciones. Pero las necesidades de Battle Creek, especialmente de la juventud, la abrumaban, y decidió permanecer allí. Uriah Smith escribió en cuanto a este incidente: “Al hacer esta decisión, sintió inmediatamente un marcado retomo de su vigor corporal y mental, lo que constituyó una buena evidencia de que esta determinación correspondía a su cumplimiento del deber”. 25Id., p. 164.MDS 84.6

    Algunas de sus últimas palabras a los asistentes de una sesión de la Asociación General (1913) resumían su propia vida de consagración al deber: “Cuando el Señor interviene para preparar el camino ante sus ministros, es deber de éstos seguir su dirección. El nunca abandonará o dejará en la incertidumbre a aquellos que siguen su dirección con un íntegro propósito de corazón”. 26Id., t. 6, p. 389.MDS 84.7

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