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Mensajera del Señor

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    Ambiente social

    El siglo XIX, en su parte media, fue estremecido por la dinámica de cambios sociales, la mayoría de ellos impulsados por el flujo del individualismo. La presidencia de Andrew Jackson abrió la puerta para liberar al “hombre común” del status quo. Parecía que se inauguraba toda cuestión de reforma que podía concebirse.MDS 46.5

    Los ateneos, y más tarde el circuito de Chautauqua [asambleas educativas, políticas y recreativas realizadas en los veranos], atrajeron a millones para oír conferencias sobre temas diversos como esclavitud, Fourierismo (comunidades cooperativas pequeñas), la ideología de no resistencia, la reforma de la tierra, el perfeccionismo, el mesmerismo (hipnotismo), el pan integral, y todos los aspectos de la salud. Y las publicaciones de estas reformas inundaron el mercado. “Hay revistas de temperancia... Ha habido numerosos periódicos dedicados al espiritismo, el socialismo, la frenología, la homeopatía, la hidroterapia, la ideología de oposición a la renta, el bloomerismo, el derecho de la mujer, la orden o sociedad secreta Odd Fellows, la masonería, la antimasonería, y todas las nociones, movimientos y sensaciones de una comunidad con una mentalidad muy activa”. 14Thomas Low Nichols, Forty Years of American life: 1821-1861 (New York: Stackpole Sons, 1937), p. 208.MDS 46.6

    La joven América era también una caldera de polarizaciones sociales. Las relaciones raciales eran un motivo de obsesión en la mayoría de las comunidades de cada estado. Grupos étnicos, incluyendo a ciertos europeos, orientales, hispanos, negros y americanos nativos, tenían que enfrentar ciegos prejuicios que afectaban el lugar de trabajo como también el vecindario. 15“Dentro de la armazón de la historia americana, el siglo XIX fue probablemente el período más crucial respecto a las relaciones raciales. Los problemas raciales ocupaban los titulares de los diarios mientras los americanos blancos [caucásicos] se encontraban en posiciones de conflicto y compromiso con grupos étnicos como los negros, los americanos nativos (indios), hispanos, orientales, y grupos étnicos europeos. Encada encuentro la mayoría caucásica tenía que enfrentar sus propios temores y prejuicios hacia los grupos minoritarios. A menudo el prejuicio absoluto y ciego dictaba la manera en que eran tratadas las personas de las minorías hasta que un contacto mayor modificaba los puntos de vista más extremos... El contacto y la apertura entre las razas hicieron poco para modificar los estereotipos ya formados en cuanto al grupo minoritario. En tales situaciones, relaciones complejas tanto sociológicas como psicológicas atenuaron la posibilidad de cualquier armonía o comprensión racial verdadera. Esto fue especialmente cierto en el caso de los afroamericanos”.— Norman K. Miles, ‘Tension Between the Races”, en Land, The World of Ellen G. White, p. 47.MDS 46.7

    El consumo de bebidas alcohólicas era también una preocupación nacional. Un historiador describió a los Estados Unidos como una “repú- blica alcohólica”. El consumo anual de alcohol per capita aumentó de tres galones [11,3 litros] en 1800 a cuatro galones [15,1 litros] en 1830. 16Jerome L. Clark, “The Crusade Against Alcohol”, en Land, World of Ellen G White, p. 131.MDS 46.8

    Alrededor de 1839, la Sociedad Americana de Temperancia, mediante sus más de 8.000 sociedades locales, ya había convencido aMDS 47.1

    350.000 personas a firmar el voto de abstinencia total; el voto “total” se convirtió en un gran paso aun para los defensores de la temperancia. La Unión Cristiana Femenina de Temperancia, organizada el 18 de noviembre de 1874, fue especialmente efectiva a nivel local. 17Id., pp. 132, 138.MDS 47.2

    La última mitad del ministerio de Elena de White coincidió con el surgimiento fenomenal de ciudades con sectores urbanos industriales. Una nación nacida en el campo se había trasladado a las ciudades. “El número de americanos que vivían en centros con más de 2.500 habitantes había aumentado del 19 por ciento en 1860 a 39 por ciento en 1900, y a 52 por ciento en 1920”. 18Carlos A. Sehwantes, “The Rise of Urban-Industrial America”, en Land, World of Ellen G. White, p. 80..MDS 47.3

    El cambio de ritmo desde el ritmo natural, tradicional, de la granja a la vida artificial de la ciudad impuso muchos ajustes nuevos y difíciles. “La América rural tenía sus vicios, pero ninguno parecía tan flagrante como los de las metrópolis”. Para la mayoría de los protestantes, la ciudad era un símbolo de todo lo malo, “un mundo extraño y hostil, desesperadamente empapado en el licor y en el romanismo”. 19 Land, World of Ellen G. White, pp. 84-85; Osborn, The Spirit of American Christianity, pp. 16-18; Winthrop S. Hudson, The Great Tradition of the American Churches (New York: Harper & Row [Torchbooks], 1963), pp. 110-136.MDS 47.4

    Otro factor que polarizó a las ciudades fue el conflicto de clises: conspicuos ricos envidiados por aquellos que estaban trabajando en las fábricas, la mayoría de ellos inmigrantes estereotipados, con sus costumbres tradicionales y estrechos de miras. Por primera vez América oyó el término, “obreros sindicalizados”. 20“En las postrimerías del siglo XIX la gente a menudo se refería a las corporaciones como ‘trusts’ [consorcios], ‘monopolios’, ‘máquinas sin alma’, o ‘pulpos’ cuyos avaros tentáculos llegaban a todas partes; se hacía referencia a los gremios o sindicatos como ‘comunales’ o ‘comunistas’, o como ‘antiamericanos’. De las dos formas de organización, los gremios generalmente parecían la mayor amenaza... A medida que el siglo XIX se acercaba a su término, llegó a ser más evidente que el protestantismo estaba perdiendo a sus miembros de la clase trabaja dora. La estrecha alianza entre el protestantismo y los ricos, y la actitud de los clérigos protestantes hacia las luchas de la clase obrera, no dejaron de ser advertidas por los obreros... Para muchos adoradores pertenecientes a la clase trabajadora, fue cada vez más difícil encontrar siquiera una iglesia protestante a la cual asistir. A medida que la iglesia adoptó una posición crecientemente en favor de la clase media, no sólo alienó a muchos obreros sino que también descubrió razones apremiantes para abandonar físicamente los muchos vecindarios de clase trabajadora ubicados en las metrópolis, a fin de huir a ambientes suburbanos o rurales”.—Land, World of Ellen G. White, pp. 91-93.MDS 47.5

    El ministerio de Elena de White tuvo lugar paralelamente con un tiempo turbulento de grandes cambios sociales. Ella escribió mucho acerca de los años oscuros de la Guerra Civil y la condición del esclavo, la reoiganización causada por el traslado desde el campo a la dudad, las implicaciones obvias del consumo extravagante del alcohol y la lucha de clases entre los ricos y los pobres.MDS 47.6

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