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Mensajera del Señor

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    3. La prueba del “huerto”

    El marco para la prueba de la fructificación se encuentra en el Sermón del Monte, cuando trata específicamente con los “falsos profetas”: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos... Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mat. 7:15-20).MDS 30.10

    ¿Qué clase de persona ven y oyen los contemporáneos del profeta? ¿Cuál es el tenor general de su vida? ¿Digno de confianza o contradictorio? ¿Mundano o piadoso? ¿Fiel a los compromisos o infiel? ¿Sus enseñanzas exaltan la Palabra escrita, o crean caminos nuevos y exóticos que no se fundamentan en la Palabra? Sobre todo lo demás, ¿refleja el profeta en forma exacta el claro y sólido mensaje bíblico? ¿Cuál es el resultado del liderazgo del profeta? Bajo su dirección, ¿prospera la obra de Dios en formas que cumplen mejor la misión evangélica? ¿Ven otros la relación del profeta con el Señor como consecuente? ¿Encuentran los pecadores al Señor mediante sus escritos?MDS 31.1

    Desafortunadamente, a lo largo de los años muchos han seguido a hombres y mujeres exaltados y carismáticos, que han usurpado las credenciales de un profeta. Muchos cofres se han llenado de dinero y se han creado masivos imperios religiosos. Pero debemos preguntamos: ¿Refleja el líder el estilo de vida sencillo ejemplificado por los profetas bíblicos y por el mismo Señor? La mayoría de las veces, este criterio de evaluación rápidamente categoriza a los autopromocionados “profetas” como meros simuladores.MDS 31.2

    A diferencia de las dos primeras pruebas, la prueba o el criterio del “huerto” a menudo requiere tiempo; el “fruto” se desarrolla lentamente. Pero una evaluación cuidadosa de los resultados que emergen del ministerio del “profeta” es tan necesaria como las dos primeras pruebas. Lo que puede aparecer como bíblico, y que puede argüirse como “predicciones cumplidas”, a la larga puede probar que es de otra manera. La prueba más válida para los profetas auténticos se ve en las consecuencias de sus enseñanzas. ¿Dirigen la mente y la conducta hacia Dios de modo que el patrón de vida refleja el espíritu y la práctica de Jesús? ¿Sus enseñanzas teológicas revelan sencillez a la vez que mantienen la plenitud de la Palabra escrita? ¿O sus enseñanzas crean “nuevas” doctrinas no enraizadas en la Escritura?MDS 31.3

    Los profetas, por supuesto, son humanos. Moisés fue un profeta que habló con Dios “cara a cara” (Exo. 33:11), pero su don profético no garantizaba que no cometería errores. Debido a su falta de paciencia, no se le permitió entrar a la Tierra Prometida, un premio digno de su largo y valiente liderazgo.MDS 31.4

    Podrían indicarse muchos otros ejemplos bíblicos para mostrar que a veces la vasija profética estuvo sometida a la debilidad humana. Pero el contenido trasciende el envase. El mensaje profético se autentifica a sí mismo; el mensajero es apreciado pero no canonizado.MDS 31.5

    Además, aun cuando el mensaje del profeta sea precisamente lo que Dios quiere que se comunique, puede ser que su ministerio no parezca producir un impacto positivo. Piense en los ministerios heroicos pero “sin éxito” de Jeremías e Isaías. Cuando estos hombres vivían, parecían ser unos “fracasos”. ¡Pero no es lo que se piensa hoy!MDS 31.6

    Pensemos en la situación difícil que enfrentaba Ezequiel: “Y tú, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo se mofan de ti junto a las paredes y a las puertas de las casas, y habla el uno con el otro, cada uno con su hermano, diciendo: Venid ahora, y oíd qué palabra viene de Jehová. Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra. Pero cuando ello viniere (y viene ya), sabrán que hubo profeta entre ellos” (Eze. 33:30-33).MDS 31.7

    A Ezequiel se lo saludaba y encomiaba, pero raramente se lo seguía. Debido a que sus contemporáneos no se le unieron en una ge- nuina reforma, ¿era ésa la falta del profeta? ¿Muestra este “fracaso” que las consecuencias de su ministerio eran negativas e infructíferas? ¿Cuál podría haber sido el fruto de su ministerio si sus oyentes hubieran seguido su consejo?MDS 31.8

    Muchos hombres y mujeres piadosos, consecuentes y fieles a su llamamiento y a las más elevadas normas bíblicas, han sido dirigentes de iglesia a lo largo de los siglos. Pero sus vidas fructíferas no probaron que eran profetas. Las pruebas de un profeta son acumulativas en el sentido de que todas ellas deben aplicarse; pero sin la prueba de “buenos frutos”, todas las demás debieran mirarse con sospecha.MDS 32.1

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