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Mensajera del Señor

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    ¿Pueden todos ser profetas?

    El llamamiento profético no es una carrera para la cual uno puede estudiar, como la de la enseñanza en la escuela elemental o la práctica de la abogacía. Los profetas son escogidos por Dios. Los seres humanos debieran buscar los frutos del Espíritu, pero los dones del Espíritu son precisamente eso, dones. 6Ver pp. 2 y 3.MDS 33.9

    Pero la Biblia también se refiere a los “hijos de los profetas” y a la “compañía de los profetas”, especialmente en los días de Samuel, Elias y Eliseo. 7Ver 1 Sam. 10:5,10; 1 Rey. 20:35; 2 Rey. 2:3,5; 4:38; 5:22; 6:1. Parece que Samuel inauguró la “escuela de los profetas” para educar a maestros que ayudasen a los padres en la preparación de sus hijos para toda una vida de utilidad y servicio. Aunque no directamente inspirados como lo era Samuel, los jóvenes de estas escuelas “eran divinamente llamados a instruir al pueblo en las obras y caminos de Dios”. 8La educación, p. 43.MDS 33.10

    La pregunta sobre si todos pueden ser profetas llega a ser extremadamente práctica. En cierta ocasión se le preguntó a Elena de White: “¿Piensa usted que debemos entender la verdad por nosotros mismos? ¿Por qué no podemos tomar las verdades que otros han reunido, y creerlas porque ellos han investigado los temas, y luego sentimos en libertad para continuar... ? ¿No cree que estos hombres que han descubierto la verdad en el pasado fueron inspirados por Dios?”MDS 33.11

    Su respuesta es instructiva: “No me atrevo a decir que no fueron guiados por Dios, porque Cristo guía a toda verdad; pero cuando sé trata de inspiración en el sentido más pleno de la palabra, mi respuesta es, No”.9Review and Herald, 25 de marzo, 1890. Ver también Mensajes selectos, t 3, p. 390, donde Elena de White tuvo otra ocasión para aclarar el papel de un profeta dotado: “No titubeo en decir que estas ideas relativas a profetizar, habría sido bueno que nunca hubieran sido expresadas. Tales declaraciones preparan el camino para un estado de cosas de las cuales Satanás seguramente se aprovechará para introducir actividades espurias. Hay peligro, no sólo de que mentes no equilibradas sean inducidas al fanatismo, sino de que personas insidiosas se valgan de esta excitación para propagar sus propósitos egoístas individuales”.MDS 33.12

    La cuestión no es respecto a la dirección personal del Espíritu Santo que todo creyente consagrado debiera experimentar diariamente. Pablo enfrentó un asunto similar en 1 Corintios 12, y preguntó: “¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros?” (vers. 29). La respuesta implícita era “No”.MDS 34.1

    En tiempos modernos, la “predicación profética” es a menudo entendida desde el punto de vista de alguien que busca interpretar y proclamar la Palabra de Dios, especialmente en función de los problemas sociales. Si esa predicación o escritura se hace con especial fervor y dramatismo, se describe el esfuerzo como de un tono profético. Sin embargo, aseverar que dicha proclamación es una evidencia de que alguien tiene el don del espíritu de profecía, sería un error. Deben aplicarse todas las pruebas de un profeta genuino.MDS 34.2

    Jack Provonsha, por mucho tiempo profesor de Etica Cristiana en la Universidad de Loma Linda, señaló tres maneras en las cuales los profetas difieren de otros miembros del pueblo de Dios: (1) Los profetas son escogidos, “no porque su comprensión y transmisión [del mensaje divino] sean sin tacha, sino porque son el mejor vehículo” disponible; por ejemplo, sus percepciones “se desvían menos debido al carácter y la experiencia que lo que ocurre con otros”. (2) A los profetas se les da una voz porque “consiguen que se les preste atención”; sus contemporáneos “ven en ellos personas especiales, diferentes de lo ordinario”. (3) Los profetas reciben “comunicaciones especiales” de Dios, a veces en “maneras extraordinarias” y otras veces “en formas más bien corrientes, tales como pensamientos, impresiones e intuiciones, las que fueron percibidas por el profeta como el impulso del Espíritu”. 10Jack Provonsha, A Remnant in Crisis (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 1993), pp. 57-58. Aplicando estos principios a Elena de White, Provonsha escribe; “Elena de White aparentemente a menudo ‘oyó’ la voz de Dios hablándole mientras leía libros en su biblioteca. Una persona que había pasado una vida como mensajera de Dios seguramente habría desarrollado una sensibilidad fuera de lo común respecto a tales intuiciones y, comprensiblemente, a veces podría emplear las mismas palabras de los autores mediante las cuales eran presentadas a su mente, con comillas o sin ellas”.—Id., pp. 58-59.MDS 34.3

    Algunos han defendido el punto de vista de que todos los creyentes tienen el don de profecía, en el sentido de que cada uno de ellos posee la capacidad de distinguir entre escritos inspirados y no inspirados; esto es, que su propio juicio determina qué es inspirado y qué no lo es al leer las demandas de un profeta genuino. No se enseña esta posición en la Biblia.MDS 34.4

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