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Mensajera del Señor

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    Rasgos de la reforma pro salud no relacionados con la alimentación

    Aspectos objetables de la Vida en las ciudades. En 1890 Elena de White habló de Satanás que obraba para “envenenar la atmósfera”. En 1902 predijo que la vida urbana “se volverá más y más indeseable” y que será “un peligro para la salud” con el “predominio del aire viciado, el agua impura, la comida impura”, incluyendo “gases venenosos”. Anticipaba el día cuando muchos se trasladarían al campo, “porque la maldad y la corrupción aumentarán a tal punto que la misma atmósfera de la ciudad parecerá estar contaminada”. 124Mensajes selectos, t. 2, p. 59; Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 114-115; El ministerio de curación, pp. 202,282; Country Living, pp. 28-29. De acuerdo con el informe de mayo de 1996, “Guide to Mortality and Pollution Tables”, por el Concilio de Defensa de los Recursos Nacionales, Nueva York (NRDC), se cree que unas 64.000 personas mueren prematuramente cada año debido a causas cardiopulmonares vinculadas a partículas muy pequeñas de contaminación del aire. El mismo informe estima que en ciudades densamente pobladas, las vidas se acortan en un promedio de uno o dos años. Las investigaciones modernas confirman esta advertencia.MDS 328.2

    El efecto beneficioso de la luz solar. Elena de White escribió en 1865 que la atmósfera de las habitaciones que no están expuestas a la luz y al aire “es tóxica, porque no ha sido purificada por la luz y el aire”. ¿Por qué? “Los gérmenes mortíferos abundan en los rincones oscuros y descuidados, en los desechos pútridos... La limpieza perfecta, la abundancia de sol, la cuidadosa atención a las condiciones sanitarias de todo detalle de la vida doméstica, son esenciales para librarse de las enfermedades y para alegrar y vigorizar a los que vivan en la casa”. 125Mensajes selectos, t 2, p. 527; El ministerio de curación, pp. 208,210. “Las mujeres que viven en áreas de alta concentración de ‘partículas suspendidas totalmente’ en el aire corrían un riesgo 37 por ciento más alto de desarrollar cáncer que las mujeres que están en áreas menos contaminadas”. —Informe publicado en octubre de 1991, por el equipo de investigación encabezado por D. E. Abbey, Universidad de Loma Linda, después de una investigación de 20 años y de un costo de $8,4 millones sobre los efectos en la salud del aire contaminado. — “Recent Adventist Health Study Findings Link Air Pollution and Cancer in Women”, Pacific Union Recorder, 16 de marzo, 1992.MDS 328.3

    El ejercicio y la salud física. El ejercicio afecta directamente la circulación de la sangre. Contrariamente a lo que decía la medicina convencional en el siglo XIX, el ejercicio es vital para recuperarse de la mayoría de las enfermedades como también para la prevención de las mismas. En 1872 Elena de White escribió que “ningún ejercicio... puede tomar el lugar de la caminata. Mediante ella se activa grandemente la circulación de la sangre”.MDS 328.4

    Dos años antes ella declaró que “todos los que pueden hacerlo deben caminar al aire libre cada día, verano e invierno”. ¿Por qué? “Los músculos y las venas se capacitan para cumplir mejor su trabajo. Habrá mayor vitalidad, lo que es tan necesario parala salud”. En 1905 ella dio varias razones por las que “la inacción es causa fecunda de enfermedades”: (1) retarda la circulación de la sangre; (2) las impurezas no son expulsadas a través de la piel; (3) los pulmones no se alimentan con aire fresco; (4) descansa una doble carga sobre los órganos de excreción. 126Testimonies, t. 3, p. 78; t. 2, p. 529; El ministerio de curación, p. 182.MDS 328.5

    El ejercicio reduce el riesgo de un ataque cardíaco. 127G. E. Fraser, T. M. Strahan, J. Sabaté, W. L. Beesen, D. Kissinger, “Effects of Traditional Coronary Risk Factors as Rates of Incident Coronary Events in a Low Risk Population: The Adventist Health Study”, Circulation, 1992, 86:406-13. Las personas sedentarias tienen un riesgo dos veces mayor de sufrir una enfermedad del corazón y alta presión sanguínea en comparación de las personas físicamente activas.128 K. E. Powell, P. D. Thompson, C. J. Caspersen y J. S. Kendrick, Annual Reviews of Public Health, 1987,8:253-287. “ Special Report: Inter-Society Commission for Heart Disease Resources”, Circulation, julio, 1986, pp. 177A, 178 A. Heart Disease and Stroke, 1993, 2:183-187. David Krtichevsky, “Diet and Nutrition”, Cancer Journal for Clinicians, 1991, pp. 328-333. Aun niveles medios de actividad física en los hombres protegen contra ataques apopléjicos. 129American Journal of Epidemiology, 1994,140:608-620. El riesgo relativo de mortalidad para las mujeres entre los 50 y los 74 años era un tercio menor en el grupo de las más activas en comparación de las menos activas. 130American Heart Journal, 1994, 128:965-972.MDS 328.6

    El ejercicio también puede reducir el riesgo de cáncer del colon, de la próstata y del seno, como también de diabetes. 131Epidemiology, 1995,6:602-606. Después de recalcar que una persona debiera ser moderadamente activa durante 30 minutos o más en la mayoría de los días de la semana, el informe de la Sociedad Norteamericana de Cáncer de 1996 notó que “la actividad física puede ayudar a proteger contra algunos cánceres, ya sea al equilibrar el ingreso calórico con el gasto de energía o mediante otros me canismos. Un desequilibrio entre el ingreso y el desgaste de calorías puede conducir al sobrepeso, a la obesidad y a un riesgo mayor de cánceres en varios sitios: colon y recto, próstata, endometrio, del seno (entre las mujeres postmenopáusicas) y riñón”. 132CA/1996, p. 330.MDS 328.7

    El ejercicio puede reforzar el sistema inmunológico.133 Universidad de California en Berkely, Wellness Letter, octubre, 1994.MDS 329.1

    El ejercicio y la capacidad mental. Elena de White escribió que . “la inacción física no sólo disminuye el poder mental sino también el moral”.134La educación, p. 205. En un estudio de veinte personas que hicieron ejercicio tres veces por semana durante seis meses se notó una relación entre el ejercicio y la capacidad de pensar. Conclusión: No sólo había mejorado un veinte por ciento su aptitud física sino que también eran setenta por ciento mejores para efectuar decisiones que antes de comenzar su régimen de ejercicio.135“Decision-making: A Boost for Thought”, American Health, noviembre/diciembre, 1983. Treinta personas de 65 a 72 años de edad fueron divididas en tres grupos: las que caminaban, las que hacían ejercicios con pesas, y el grupo de control (sin un ejercicio específico). Al cabo de 16 semanas, el grupo que caminaba no sólo había aumentado su capacidad aeróbica sino también había mejorado sus puntajes en el test de la función cognitiva. Los otros dos grupos no mostraron mejoría.— Health After 50, noviembre, 1995.MDS 329.2

    Una caminata después de las comidas . La Sra. White expresó claramente que no debiéramos ocuparnos en trabajo cerebral inmediatamente después de una comida”. Además dijo que no debiéramos considerar este consejo como “un asunto de importancia trivial”. “El empeñarse en estudio profundo o en ejercicio violento inmediatamente después de comer, perturba el proceso digestivo... Una corta caminata después de una comida, con la cabeza erguida y los hombros echados atrás, realizando así un ejercicio moderado, resulta de gran beneficio”.136 Counsels on Health, pp. 565-566; Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 122MDS 329.3

    En 1964, el Dr. Gerhard Volkheimer, un investigador cardiovascular en Berlín, informó que había encontrado que “la inactividad física puede conducir a la’ acumulación de quilo (grasa) en el conducto torácico. Y cualquier movimiento repentino puede aparentemente impulsar suficiente quilo en la sangre como para producir una embolia corona ria”.137Medical World News, 24 de septiembre, 1964. Para un examen de los principales beneficios de la caminata para mantener la salud y prevenir la enfermedad, ver David C. Nieman, The Adventist Health Style (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 1990), pp. 52-56. Debido a su investigación, el Dr. Volkheimer recomendó firmemente que se hiciera una caminata después de la comida para evitar el riesgo de un ataque coronario.MDS 329.4

    Sueño adecuado. La Sra. White incluyó un programa de sueño adecuado como parte de sus ocho remedios naturales. 138El ministerio de curación, p. 89 Después de vincular el vigor mental con la salud física, ella escribió: “Períodos apropiados de sueño y descanso y una abundancia de ejercicio físico son esenciales para la salud del cuerpo y la mente. Robarle a la naturaleza sus horas de descanso y recuperación al permitirle a un hombre, que haga el trabajo de cuatro, o de tres, o aun de dos, resultará en una pérdida irreparable”.139Testimonies, t. 7, p, 247.MDS 329.5

    En el estudio de Belloc-Breslow se indicó que dormir siete a ocho horas por noche es uno de los factores de salud que extiende la vida tanto como once años. 140 N. B. Belloc y L. Breslow, “Relationship of Physical Health Status and Health Practices”, Preventive Medicine, 1972, 1:409-421. En 1965, el Dr. Lester Breslow, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California en Los Angeles, encabezó un estudio de 7.000 adultos residentes en el Condado de Alameda, California. El Dr. Breslow ha continuado verificando sus estadísticas y los resultados son siempre los mismos. (Ver “Persistence of Health Habits and Their Relationship to Mortality ”, Preventive Medicine, 9:469-483 (1980). Los estudios de Breslow sorprendieron a la comunidad científica con su conclusión de que los norteamericanos podían añadir once años a sus vidas al seguir siete hábitos de salud regidos por el sentido común: (1) No fume. (2) Use poco o nada de alcohol. (3) Comience el día con un buen desayuno. (3) Evite comer entre horas. (5) Duerma siete a ocho horas por noche. (6) Haga ejercicio frecuente y regularmente. (7) Mantenga un peso ideal y evite el sobrepeso. Las estadísticas sugerían además que el beneficio de salud es acumulativo y que la ausencia de cualquiera de los siete hábitos disminuye marcadamente la expectativa de vida.MDS 329.6

    La confianza en Dios. Mucho antes de que muchos hubiesen vinculado la salud con los valores espirituales, la Sra. White escribió: “El valor, la esperanza, la fe, la simpatía y el amor fomentan la salud y alargan la vida”.141El ministerio de curación, p. 185. Existe una fuerte correlación entre la mente y el cuerpo para lograr la recuperación física, incluso en el programa de revertir la enfermedad del corazón. 142 Ver p. 332.La Sra. White fue igualmente clara en cuanto a la manera como los valores espirituales no sólo ayudan a curar la enfermedad, sino que quizás son “la mayor salvaguardia de la salud”.143“ ‘El corazón alegre es una buena medicina’ (Prov. 17:22, V.M.). El agradecimiento, la alegría, la benevolencia, la confianza en el amor y en el cuidado de Dios, constituyen la mayor salvaguardia de la salud”. — El ministerio de curación, p. 214.MDS 329.7

    Abundan las publicaciones que documentan el hecho de que la fe y el apoyo social de la familia y los amigos alientan el bienestar mental y espiritual. 144“The Second 50 Years Promoting Health and Preventing Disease”, Academia Nacional de la Ciencia, 1990. “Los efectos ‘principales’, comparativamente robustos y sustanciales, de las relaciones divinas... sugieren que cualesquiera demuestren ser los procesos intervinientes, son tan potentes como virtualmente cualquiera que afecte el bienestar”. —Melvin Pollner, “Divine Relations, Social Relations, and Well Being”, Journal of Health and Social Behavior, 1989, t. 30, p. 102. Las personas que asisten regularmente a la iglesia tienen menos enfermedades que los que no van. Los judíos no religiosos tienen el doble de probabilidad de sufrir un ataque coronario que los que asisten a la sinagoga. 145G. W. Comstock y. K. B. Partridge, “Church Attendance and Health”, Journal of Chronic Diseases, 1972,125, pp. 665-672.MDS 329.8

    El cáncer, un virus. En las páginas 322-323 examinamos las instrucciones de Elena de White respecto a factores de la dieta que pueden causar el cáncer. En la época en que ella escribió, los hombres y mujeres de ciencia destacados declaraban enfáticamente que el cáncer no era infeccioso, que no había un germen del cáncer. Décadas más tarde, en 1956, Wendell Stanley, un doctor en virología y ganador del Premio Nóbel, afirmó su creencia de que “los virus causan la mayoría o todos los cánceres humanos”. Describió los virus como “gérmenes diminutos” que “acechan en el cuerpo humano por años, aun toda una vida; algunos causan problemas, otros no... En algunos casos, los virus del cáncer pueden volverse ac tivos por el envejecimiento, las indiscreciones alimenticias, el desequilibrio hormonal, los elementos químicos, la radiación, o una combinación de estas tensiones, y como resultado pueden aparecer tumores malignos”. 146 Tercera Conferencia Nacional de Cáncer, como informó el Servicio Mundial de Noticias Médicas, Chicago, 1956. Ver también Review and Herald, 2 de mayo, 1957, p. 12. Desde entonces se han hecho muchas investigaciones científicas sobre el cáncer, prestando apoyo a la referencia de Elena de White a los “gérmenes del cáncer”, * El ministerio de curación, p. 241. “Mediante experimentación directa se han obtenido pruebas de que los virus pueden causar diversas formas de enfermedades malignas en una variedad de animales; de este modo, virus purificados que se inoculan en animales susceptibles pueden inducir células malignas, y puede mostrarse que las células del tumor maligno contienen virus o productos producidos por el virus... No se pueden llevar a cabo investigaciones semejantes en el hombre... debido a restricciones éticas... En la Tabla 11-5 se muestran los virus que se cree actualmente que posiblemente están asociados etiológicamente con cánceres humanos. En todos los casos la asociación se basa en evidencia circunstancial, pero en algunos casos el peso de la evidencia es actualmente muy considerable”. pero en la actualidad se cree que también hay otras causas más comunes del cáncer.MDS 329.9

    El Dr. Robert J. Huebner, jefe del Laboratorio de Enfermedades Infecciosas del Instituto Nacional de Salud en Bethesda, Mary-land, informó en 1961 que “no hay la menor duda en nuestra mente que los cánceres humanos son causados por virus. En este respecto, son simplemente enfermedades infecciosas”. 147Newsweek, 27 de marzo, 1961.MDS 330.1

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