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Mensajera del Señor

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    Organización y unidad

    Sin embargo, el hecho de ser la mensajera significaba que a menudo estaba a la vanguardia de los dirigentes de la iglesia, no sólo en discernimiento teológico con sus aplicaciones prácticas, sino también en su insistencia constante en la unidad y la organización. Al comparar el Movimiento Adventista con otros grupos milenaristas contemporáneos como los mormones y los testigos de Jehová, los historiadores y sociólogos consideran “notable” la transición rápida desde la inestabilidad postmillerita a la “organización grandemente estable y uniforme” lograda por la Iglesia Adventista del Séptimo Día.MDS 183.1

    Se han sugerido cinco razones de este fenómeno en el desarrollo de los adventistas sabatistas: (1) se separaron de otros grupos postmilleritas y milenaristas “después de la reformulación de ideas”; (2) “no sólo predicaban el advenimiento sino también las condiciones para el mismo”; (3) “esas condiciones fueron validadas por la inspiración divina, por medio de la cual el grupo adquirió una fuente independiente de inspiración, aparte de las Escrituras”; (4) “establecieron un ministerio profesional que abrió el camino a otras agencias especializadas”; y (5) desarrollaron un “acrecentamiento de inquietudes por la educación, la dieta, la atención médica, la libertad religiosa y el sabatismo que promovieron más ampliamente su denominalización tanto ideológica como institucional”. 8Jonathan Butler, “The Making of a New Order”, en The Disappointed, pp. 199-200.MDS 183.2

    Ninguno de estos cinco componentes habría producido un movimiento religioso mundial sin la presencia y los mensajes de Elena de White. Sus mensajes a la iglesia eran de vasto alcance. Por un lado, ella cubrió toda la gama de la historia de la salvación; por el otro, trató de temas como el gobierno civil, el hogar y las cuestiones de las relaciones raciales, la salud y la educación. Lo sorprendente es que toda esta instrucción fue creativa; cuando se la siguió fielmente, surgieron por todo el mundo escuelas y hospitales, casas publicadoras e instituciones ministeriales, sociedades de temperancia y de beneficencia. Aun más llamativo es el hecho de que esta mujer, sin un cargo en la iglesi a y sin una educación formal en ninguna de las muchas áreas cubiertas por su profunda instrucción, fue la principal inspiración para moldear todos estos diversos intereses en una organización unida.MDS 183.3

    La Iglesia Adventista del Séptimo Día no se desarrolló como resultado de una crisis en alguna iglesia previa en la que surgió un dirigente carismático para guiar a sus seguidores en una nueva organización, como ocurrió con John Wesley y los metodistas. Tampoco surgió debido a una disputa doctrinal, similar a los comienzos de las diversas iglesias luteranas y presbiterianas que existen actualmente.MDS 183.4

    La Iglesia Adventista del Séptimo Día nació en un profundo despertar espiritual conocido como el movimiento millerita. El compañerismo creado por la creencia en la “esperanza bienaventurada” (Uto 2:13), uno de los temas centrales del Nuevo Testamento, mantuvo unido al joven grupo. Este compañerismo, este sentido de “familia”, es el secreto abierto de la cohesión mundial de la iglesia. Debido a que sus dirigentes y miembros teman la convicción de que el movimiento surgió a fin de preparar el camino para el regreso de Jesús (Apoc. 14), los pecadores eran rescatados, los apóstatas eran recuperados, y jóvenes y ancianos se sentían motivados a desarrollar su potencial mientras se unían en un movimiento evangelístico mundial.MDS 183.5

    El desafío inspirador y la dirección clara de Elena de White han estado detrás de toda esta motivación y del sentido de pertenencia a una “familia” mundial. Ella y su esposo sabían ya en los comienzos de este movimiento que la motivación y el compañerismo tenían que unificarse y organizarse. Sin una organización unificadora, los sentimientos más cálidos pronto se deshilacliarían en frustración y en relaciones enmarañadas. A lo largo de sus escritos, Elena de White hizo claro el hecho de que la religión personal y la religión organizada son los dos lados de una moneda que llamamos “la iglesia”. 9“En todo este período los testimonios a la iglesia que llegaron a través de la Sra. White tuvieron que tratar a menudo, muy comprensiblemente, con una condición inestable en los hombres y en el movimiento. Sin este don del Espíritu Santo, como file probado vez tras vez, los lazos de fraternidad no habrían bastado para mantener unido al movimiento... Ahora nos resulta claro el hecho de que en aquellos primeros años, cuando la iglesia no estaba organizada ni había una autoridad eclesiástica entre los adventistas observadores del sábado, el espíritu de profecía en [la persona de] Elena G. de White y la fe de los creyentes en su comisión divina constituyeron el único agente disciplinario del cuerpo, el punto reunificador de los fieles, la corte final de apelación. Sin embargo, ¡cuán modestamente, con qué piadoso temor y trabajo del alma llevó ella su testimonio! Ningún otro agente podría haber unido tanto mientras hacía su obra purificadora. El resultado fue un cuerpo limpio, disciplinado y dirigido [por Dios], hacia el cual las generaciones posteriores tienen sobradas razones para sentirse agradecidas”.—Spalding, Origin and History, t.1, p. 293.MDS 183.6

    En los primeros años de la experiencia adventista, la falta de organización condujo a diversos problemas y desilusiones. Ministros que se habían nombrado a sí mismos predicaban lo que les agradaba; aun los “nombrados” viajaban sin salario o gastos pagos. Surgían divisiones en los grupos esparcidos de creyentes, y no existía un método para enfrentar las herejías que causaban divisiones. 10Los errores, entre otros, incluían la fijación de fechas para el regreso de Jesús, el perfeccionismo (plenamente santificados y no podían pecar), la unión espiritual (violadores del séptimo mandamiento), los santos todavía tienen que ir a la antigua Jerusalén antes de que Jesús vuelva, etc.— Ver Jaime White, Review and Herald Extra, 21 de julio, 1851; 19 de agosto, 1851; 25 de noviembre, 1851; Elena de White, Primeros escritos, pp. 100-101; Bio., t. 1, pp. 216-217. Cualesquiera fuesen las propiedades de la iglesia que estuviesen usando, eran retenidas bajo el nombre de algún miembro individual; cuando el miembro moría, la propiedad pasaba a familiares, algunos de los cuales no eran miembros de iglesia. Hacia 1853, Jaime y Elena White estaban urgiendo a que la iglesia se organizase para eliminar ministros “sin credenciales” y establecer una base sólida para tener propiedades de la iglesia.MDS 184.1

    Pero este ruego de que se organizaran enfrentó una resistencia fuerte. Para muchos la organización era “volver a Babilonia”. 11George Storrs escribió en 1844: ‘Tened cuidado de no tratar de fabricar otra iglesia. Ninguna iglesia puede ser organizada por la invención del hombre, sino la que se convierte en Babilonia en el momento de organizarse”.— The Midnight Cry, 15 de febrero, 1844, citado en David Arthur, “Millerism”, en Gaustad, Rise of Adventism, p. 168. Los opositores a la organización todavía sentían el aguijón de las iglesias organizadas que rechazaron la invitación millerita. Los adventistas habían disfrutado libertad religiosa por unos pocos años y no querían canjearla por el frío manto de una iglesia organizada. Para ellos la organización no armonizaba con la libertad del Evangelio. 12Godfrey T. Anderson, “Sectarianism and Organization, 1846-1864”, en Land, Adventism in America, pp. 36, 4647; Jonathan Butler, “Adventism and the American Experience”, en Gaustad, Rise of Adventism, pp. 177, 179.MDS 184.2

    En 1853, Jaime White el “padre de nuestro presente orden eclesiástico”, 13 Christian, Fruitage of Spiritual Gifts, p. 119.escribió cinco editoriales en la Review and Herald14Review and Herald, 6,13, 20 y 27 de diciembre, 1853. sobre organización, con una respuesta positiva escasa o nula. Pero el consejo firme y sereno de Elena de White eventualmente captó la atención de los dirigentes de la iglesia, quienes fueron inducidos a ver que en el llamado a la organización que hacía su esposo había sentido común y un carácter de urgencia. 15 En septiembre de 1852 Elena de White tuvo una visión que motivó un artículo que fije publicado a fines de 1853, en el que dijo lo siguiente: “El Señor ha mostrado que el orden evangélico ha sido temido y descuidado en demasía. Debe rehuirse el formalismo; pero al hacerlo, no se debe descuidar el orden... Hombres cuya vida no es santa y que no están preparados para enseñar la verdad presente entran en el campo sin ser reconocidos por la iglesia o por los hermanos en general, y como resultado hay confusión y desunión... Estos mensajeros enviados por sí mismos son una maldición para la causa... Vi que puede cerrarse esta puerta por la cual el enemigo entra para perturbar la grey y dejarla perpleja. Pregunté al ángel cómo podía cerrarse. Dijo: ‘La iglesia debe recurrir a la Palabra de Dios y establecerse en el orden evangélico, que ha sido pasado por alto y descuidado’. Esto es indispensable para introducir en la iglesia unidad y fe ”.—Primeros escritos, pp. 97-100. “A medida que nuestros miembros fueron aumentando, resultó evidente que sin alguna forma de organización habría gran confusión, y la obra no se realizaría con éxito. La organización era indispensable para proporcionar sostén al ministerio, para dirigir la obra en nuevos territorios, para proteger tanto a las iglesias como a los ministros de los miembros indignos, para retener las propiedades de la iglesia, para la publicación de la verdad por medio de la prensa, y para muchos otros objetos ”.—Testimonios para los ministros, p. 26; ver Testimonies, t.1, pp. 210-216.MDS 184.3

    Se realizaron muchas reuniones mientras los dirigentes estudiaban la necesidad de organización y un método para ella. Una de las primeras consideraciones fue la de un nombre para este nuevo cuerpo de creyentes adventistas. El l.°de octubre de 1860 se escogió finalmente el nombre de “Adventistas del Séptimo Día”.16Elena de White permaneció en un segundo plano a lo largo de las reuniones, pero tan pronto como se escogió el nombre envió el siguiente mensaje de apoyo: “No podríamos elegir un nombre más apropiado que el que concuerda con nuestra profesión, expresa nuestra fe y nos señala como pueblo peculiar. El nombre adventista del séptimo día es una reprensión permanente para el mundo protestante... El nombre adventista del séptimo día presenta ios verdaderos rasgos de nuestra fe, y convencerá la mente inquisidora. Como una saeta del carcaj del Señor, herirá a los transgresores de la ley de Dios, e inducirá al arrepentimiento para con Dios y a la fe en nuestro Señor Jesucristo”.— Joyas de los testimonios, t.1, pp. 80-81. Otro nombre que se consideró fue “La Iglesia de Dios”.—Ver Damsteegt, Foundations, pp. 254-255.MDS 184.4

    Pero eso parecía ser todo lo que pudo decidirse en esa ocasión. Ahora que tenían un nombre, a los dirigentes les resultó más fácil incorporar la Asociación Publicadora de los Adventistas del Séptimo Día, el 3 de mayo de 1861, que organizar iglesias. Sin embargo, el 4 y 5 de octubre de 1861 se definió finalmente la manera en que las iglesias locales se organizarían y unirían en algún tipo de federación, por lo menos para Battle Creek y la Asociación de Michigan recién formada, la primera asociación en ser organizada. En 1862 le siguieron otras seis asociaciones estatales. Un año más tarde, del 20 al 23 de mayo de 1863, fue organizada la Asociación General. 17Godfrey T. Anderson, “Make Us a Name ”, Adventist Heritage, julio, 1974, pp. 28-34. C. Mervyn Maxwell, Dilo al mundo, pp. 117-136; Spalding, Origin and History, t. 1, pp. 291-311; Schwarz, Light Bearers, pp. 86-103; Bio., 1.1, pp. 420-431,445 461; SDAE, t.10, pp. 880,1046.MDS 184.5

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